El enoturismo, o turismo del vino, es ese turismo cada vez más de moda que permite conocer lugares a través de su cultura vitivinícola. Es decir, la propuesta de este tipo de viajes, se basa en el apasionante mundo del vino. Lo que implica acercarse a la cultura del vino, su arquitectura, el paisaje que lo envuelve y, por supuesto, el vino resultante como esencia de cada región. Del mismo modo que el turismo gastronómico engloba la gastronomía local de cada región o ciudad, el enoturismo, engloba muchas cosas de lo más interesantes. No todas vinculadas de forma obligada al mundo del vino, pues se trata de un estilo de turismo que imprima la calidad en la escapada, un viaje por el mundo rural, cuyo hilo conductor no es otro que el gusto por la cosas buenas y todo aquello que ofrece la tierra.
Las experiencias de enoturismo, aportan una interesante cultura a quien las disfruta, aparte de permitir su inmersión en un mundo rural tan desconocido. Como todos sabemos, el vino es una bebida milenaria que cuenta con incontables denominaciones de origen en todo el mundo. Resulta imposible abarcar todo eso en un artículo modesto, por lo que vamos a centrarnos en la capital de España. Madrid y su cultura vitivinícola, desconocida para muchos, aunque de gran relevancia. Porque no todo es Rueda o el Bierzo, la Ribera del Duero o La Rioja, Madrid cuenta con excelentes caldos y una excelsa ruta que se divide en cuatro subzonas.
Malvar, Albillo Real, Tempranillo y Garnacha, son las uvas por excelencia de la capital. Todas ellas, como nos aseguran en PlantVid como expertos en injertos de vides, de excelente calidad para crear vinos con nombre propio. Como sucede en cualquier región con cultura del vino, la historia de los mismos, no se entiende sin sus pueblos, patrimonio, tradición y gastronomía. Por eso vamos a adentrarnos, en el enoturismo de una comunidad como Madrid, donde este tipo de turismo, hace honores a la capital.
Una ruta con cuatro zonas
La Ruta del Vino de la Comunidad de Madrid, se divide en cuatro subzonas vitivinícolas que a buen seguro, son desconocidas para una inmensa mayoría: Navalcarnero, Arganda del Rey, San Martin de Valdeiglesias y, la última incorporación, el Molar, forman parte de estas tierras de viñedos que nada tienen que envidiar a la Ribera del Duero.
Son más cien los asociados a esta ruta, en la que el turismo está cada vez, más arraigado en lo que al vino y todo lo que lo envuelve, respecta. Recorridos temáticos, catas, talleres, picnic… todo ello entre viñedos, para todos aquellos que quieran acercarse y descubrir la riqueza que Madrid posee en cuestiones vitivinícolas. Al mismo tiempo, se puede visitar todo el patrimonio cultural y conocer el gastronómico que ofrece estos singulares municipios.
La Comunidad de Madrid, cuenta con nada menos que doce mil hectáreas dedicadas a cultiva uva de vino. Ocho mil novecientas, cuenta con la D.O. Vinos de Madrid, lo que supone el setenta y ocho por cien de la superficie. Esta denominación de origen, se creó en mil novecientos noventa y es una de las noventa y cuatro existentes en España. La forman las cuatro subzonas citadas y exportan más de cinco mil hectolitros de vino. Es decir, el treinta por cien de su producción a la Unión Europea, USA o China. Lo que deja ver que posee una excelente capacidad para competir a nivel internacional.
Se trata de vinos serios, reposados en los tintos. Aromáticos y suaves, como los rosados; y jóvenes y agradables, los blancos. Todos ellos, incluidos en todas las hectáreas que pertenecen a la Ruta del Vino de la Comunidad, con una veintena de bodegas.
Como adelantábamos, la Ruta del Vino, cuenta con más de cien asociados ubicados en las diferentes zonas. Dentro de los recursos, existen bodegas, centros de interpretación, del vino, Museos, restaurantes tradicionales y modernos, alojamientos con encanto y hoteles, vinotecas o tiendas especializadas. Todos y cada uno de ellos, situados a pocos kilómetros de la ciudad.
En cuanto a su valor patrimonial, podemos decir que ese elevado. La ciudad de Madrid, es sin duda un gran punto de interés turístico en el que, a poco más de una hora, es posible disfrutar de pueblos pequeños con encanto y un entorno natural excepcional. Si nos acercamos a la ruta, cada una de las subzonas que la componen, cuentan con un gran valor patrimonial. Algunos de ellos se consideran como Villas de Madrid, convirtiéndolos en destinos singulares, puesto que conservan su autenticidad rural y la infraestructura necesaria para ofrecer calidad.
Citaremos algunos puntos clave dentro de lo que se considera el patrimonio cultural de estas regiones que cuentan con un punto en el camino de la ruta del vino. En Colmenar de Oreja, la plaza mayor, el Museo Ulpiano Checa y, por supuesto, las bodegas. Navalcarnero, ofrece unas Bodegas subterráneas y su centro de interpretación del vino. En tanto que Nuevo Baztán, cuenta con un rincón ilustrado en Madrid: el Conjunto monumental de Churriguera. San Martin de Valdeiglesias, cuenta con un castillo, el de la Coracera, los Embalses de San Juan y Picadas y, como no, Bodegas con renombre. Para Villarejo de Salvanés, nos queda la Torre del Homenaje del Castillo, Casa de la Tercia, Vinos y aceites espectaculares.
Tradición y fiesta en torno al vino
En torno al vino se rinde homenaje. Al vino se rinde tributo. Por lo menos en algunos municipios en los que se realizan ferias con el vino como elemento estrella. Colmenar de Oreja, cuenta con su particular Feria del Vino, un fin de semana que es motivo de festejo entre los residentes y todo aquel forastero que quiere disfrutar del vino y la gastronomía. Por supuesto, el protagonista es el vino de Madrid y las actividades a realizar, pasan por la cata y degustación, concursos, premiso y rutas de senderismo entre viñedos, entre otros.
Si nos vamos a Navalcarnero, podemos disfrutar de las Jornadas ´Entre vinos´, que proponen visitas y catas en bodegas, rutas y paseos a través de los viñedos y, una Fiesta de la Vendimia en la que los restaurantes de la zona, ofrecen tapas convenientemente maridadas con el vino adecuado. Estas actividades se realizan al mismo tiempo que se aprende todo lo concerniente a la maduración de la uva, la vendimia, el proceso de elaboración… Catas y degustaciones comentadas, hacen que valga la pena acercarse a disfrutar de estas jornadas populares.
Si acudes a ellas, no puedes dejar pasar la oportunidad de visitar el Centro de Interpretación, donde es posible adentrarse en una antigua casa de labranza con cueva y bodega incluida, para aprender cómo se hacia el vino, tiempo atrás, en Navalcarnero.
Villa del Prado también cuenta con su particular Feria de Huerta y Vino. Los agricultores exponen sus productos y los bodegueros, sus vinos. Mientras que en Boadilla del Monte, la Feria del Vino, se realiza en los jardines del palacio del Infante D. Luis, ya que carece de bodegas en la actualidad. No obstante, el Ayuntamiento promueve esta iniciativa con la finalidad de dar a conocer los vinos amparados bajo la D.O. de Madrid, cada vez con mayor relevancia dentro del mundo del vino nacional.
A todos estos eventos relacionados con el vino, en los cuales es el protagonista indiscutible, podemos añadir otro tipo de actividades que completan el enoturismo. Dentro de la Ruta del Vino de la Comunidad de Madrid, es posible disfrutar de un buen caldo en cada una de las zonas mencionadas y, al mismo tiempo, hacer alguna actividad que permita conocer el patrimonio cultural y gastronómico de la zona en cuestión.
Un paseo a caballo entre los viñedos puede ser una excelente opción. Este fascinante recorrido dentro de un marco en el que el viñedo es claro protagonista, finaliza siempre con una cata y su correspondiente aperitivo. Existen varias rutas y varios parajes a visitar.
Otra opción de lo más interesante es pisar las uvas. El mejor recuerdo es iniciar la creación del vino. Si visitas el viñedo en el momento de la vendimia, puedes ver la recogida de la uva, su pisada y además, acceder a una cata.
Más original es si cabe el Vuelo del Vino. Una visita a un viñedo en compañía del vuelo de los búhos reales, cernícalos o águilas Harris, donde puedes degustar los vinos y quesos de la zona, en un paraje de ensueño.
Para los más románticos, o trasnochadores, una cata bajo las estrellas, puede ser la mejor de las opciones. Basta con concertar la visita al viñedo al atardecer y disfrutar del vino mientras observas las estrellas con los telescopios que ellos mismos, ponen a disposición de sus clientes.
Existen muchas más opciones y actividades asociadas al mundo del vino. Esto es tan solo una pequeña muestra sobre lo que ofrece la Comunidad de Madrid en lo que respecta a la cultura vitivinícola. Poco a poco, esta tradición y los caldos madrileños, empiezan a ocupar el lugar que les corresponde dentro de los vinos más reputados del país. No todo es rueda o ribeiro, ni cava o somontano… el vino va más allá y trasciende las denominaciones, aunque es la mejor manera de ponerles nombre y apellido.